lunes, 14 de julio de 2008

Misseszuela Ven: ¿será beldad tanta belleza?

Y yo que pretendía no postear nada más hasta septiembre u octubre por aquello de las vacaciones veraniegas, pero resulta que no. Que los venezoos nos hemos vuelto a poner las botas y a batear otra vez el jonrón de la belleza. Que Osmel se muere de purita emoción, aunque no se le nota (ay, qué nota: ni se mueve ni se nota), gracias al botox, mi amor. Que la industria de la belleza está impertérritamente en marcha.

O sea, pues, que volvemos a exportar misseszuelas en masa, aunque la idem no esté pa' bollos, misia. Ya que no ganamos olimpiadas, por lo menos nos resarcimos en buenura, mijita, en buenez, en nacional-cheverismo y así vamos lagrimeando ando pal cielo. Estética pelética pelimpumpética que la factoría Souza clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona clona. Es el bochinche, es el berrinche de la belleza creole que recobra su ¿corona o su cetro?

Irene Sáez, Pilín León, la Sayalero ero ero, Tetiana Capote, Maríaconchitalonso y Susana Duijm (la ex-miss que añoraba degustar caraotas con espagueti en su chinchorro mientras se ladillaba de París —Francisco Massiani dixit: "una ciudad acostumbrada a la belleza"—), todas ellas, ellas todas, pueden volver a suspirar tranquilas: una caraqueña de 22 tiernitos años las ha relevado en su tradición prosopopéyica en este neosiglo, tercer milenio cibercochambrosamente demagógico, digital e incluyente.

¿No es beldad? ¿Sera beldad tanta tonta tanta eza belleza?

sábado, 5 de julio de 2008

Googlemanes por doquier, for ever and ever, everywhere, and who cares?

—¿Y de qué está disfrazado el niño?
—Ah, pues, señora, ¿no lo está viendo usted cargando con su lonchera y su laptop? Mi hijo está disfrazado de Googlemán.
—Ah, claro, disculpe mi webignorancia mezclada con mi presbicia y ciberimpertinencia, pero dígame una cosa: ¿y va a meter a su carajito en algún plan vacacional y tal?
—Por supuesto que sí, mi hijo va directo de cabeza al taller hiperintensivo existencial de full total facebook. Imagínese que son doce horas diarias pegado al computador.
—¿Y esa vaina no es mala pal niño?
—Qué va, doña, usted como que está más jurásica que el bobo barbudo de Spielberg. En este taller hiperintensivo existencial de inmersión total usan un método skinneriano/pavliano de condicionamiento operante, consistente en que cada vez que el ciberchamo se equivoque en algo o dude o cabecee de sueño o de tedio o de hiperactividad o de hambre o de incontinencia esfinteriana, pues recibe un corrientazo que lo espabila, que lo desawebonea, pues...
—Ah, mire lo que son los adelantos tecnológicos de este tercer milenio que parece que va a ser el último, ¿no?
—Ay, no se me vaya a poner apocalíptica, sino integrada, como escribió el tercio aquel mentado Umberto sin hache Eco, ¿okey?, mire que el mundo ahora se divide en cibersapiens y cibersaurios y esos últimos serán los primeros en joderse darwinianamente y desaparecer a la velocidad de un click, de un "eliminar", pulsando la X de arriba y a la extrema derecha del páter, del váter, del wáterclose, naufragando en el Guaire sobre una web-balsa, ciber-patera, high tech-Noé sin (m)Arca, Bolivia con su "Sierra Nevada", Leonardo Di Caprio hundiéndose en su Titanic, mientras Bill Gates degusta y campanea su scotch on the rocks, clean sin clon, aunque very old clown of his own.